Y lo vamos a celebrar. Lo repetiremos 100 veces el día de hoy; lo enunciaremos ante "machines" amigos nuestros; tristes preservadores de un rasgo cultural que no necesitamos.
Lo deletrearemos frente a los rostros de filósofos escépticos para quienes la frase "equidad de género" no es más que una aberración terminológica; mientras intelectuales y analíticos ensayan sobre la polivalencia de la frase, el mundo mira como el 70% de su población en pobreza extrema, son mujeres. Aguarda a que las voces femeninas que padecen diariamente violencia física, simbólica, tácita y flagrante compongan una sinfonía de indolencia en casas y bohardillas, en elegantes departamentos neoyorquinos, en los Tuxtlas (México), en fabelas brasileñas, o en los pusilánimes espacios de comercio sexual en Dubay.
El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución que promovía el 25 de noviembre como Día de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, recordando el brutal asesinato de las Hermanas Mirabal, que militaban contra el régimen opresor del dictador Trujillo en República Dominicana, 1960.
Con ese impulso, activistas, militantes y organizaciones civiles en todo el mundo estamos en campaña durante noviembre, inoculando en los demás, pero sobre todo en nosotros mismos, la necesidad de eliminar el abuso de los esquemas de poder que llevan a violentar los derechos individuales, laborales o sexuales de una mujer...
Aborrezco el asunto de "todos los derechos reservados" porque reutilizo mi cultura para hacer música para cine mudo, porque hago código para computadoras desde los ochenta, y soy amante de los temas con variaciones en la música y el arte. La cultura es un proceso. Todo esto me ha enseñado que copiar, replicar, reusar, imitar y compartir es el sustento del arte, de la ciencia y mejor que eso: de la vida.
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