Gabriel Zaid escribió para Letras libres un texto que me parece formidable. En él revela algunos datos estrujantes sobre la ponderación de la industria papelera en México, frente a la falta de energía inyectada para la industria editorial mexicana y el auge de la industria editorial española.
Varios párrafos llaman mi atención; a continuación los cito. En cuanto tengan un tiempo denle un vistazo al artículo completo en la edición impresa de febrero de 2007, o en link que he puesto arriba.
Durante un buen número de años, los libros mexicanos destacaron por su capacidad de abrirse paso en el extranjero, algo poco común en las otras manufacturas del país. Empezaron a ganar mercados y prestigio. Por ejemplo: en 1951, gracias a la presencia de José Gaos en el Fondo [de Cultura Económica], México puso en circulación El ser y el tiempo de Heidegger, antes de que hubiera traducciones al italiano (1953), inglés (1962) y francés (1964). En esta orientación cosmopolita, la industria editorial maduró antes que el resto de la industria nacional. Pero la oportunidad pasó de noche para los economistas.
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Aborrezco el asunto de "todos los derechos reservados" porque reutilizo mi cultura para hacer música para cine mudo, porque hago código para computadoras desde los ochenta, y soy amante de los temas con variaciones en la música y el arte. La cultura es un proceso. Todo esto me ha enseñado que copiar, replicar, reusar, imitar y compartir es el sustento del arte, de la ciencia y mejor que eso: de la vida.
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