Nada como México, lo juro, para un paladar mexicano.
No cambio en ningún caso un paladar mexicano, adicto a los irritantes y a la nieve de nanche; igual adicto al tejate que a las quesadillas de amarillo, a la cochinita pibil, a los pastes que a las fritangas, al cabrito o a los nopalitos... por un paladar cosmopolita.
Si bien ese segundo viene muy bien por util, cómodo y prostituible... a nadie que tenga suficiente memoria gustativa le tendrá contento.
Con ninguno más que este, le daré mordida a una guanábana como esta, jugosa y azucarada, en un día de calor.
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