En el número 444 de la revista Nature, fuente indispensable para quien busca ser un poco más escéptico y ligeramente menos no-científico, Nagyvary, DiVerdi, Owen y Tolley proponen una posible explicación al mítico sonido de los violines fabricados por la familia Stradivarius en el siglo XVII.

Según Narell Towie en el sitio news@Nature, la propuesta es que el sonido no sólo responde a la construcción del instrumento, sino también a una exquisita casualidad química, resultado del uso de pesticidas naturales, que respetaron y reforzaron ciertas cualidades en las maderas de los violines.

De ser cierto ésto, se me antoja pensar en una prueba más de que el carácter "orgánico" de los "alimentos orgánicos", alguna vez hizo las delicias de una suerte de "laudería orgánica", productora de "violines orgánicos" que hoy son muy pero muy caros, y cuyo orgánico sonido es difícil de describir con palabras.