Sobre los textos de Enrique Dans I

Enrique Dans siempre tiene algo inteligente y formidable que escribir sobre tecnología de la información y sociedad (por redundante que suene esto). Esta vez, utiliza la figura del artista para mofarse con mucho talento de las irracionalidad de ciertos políticos españoles, que lejos de entender que al momento en que los dispositivos digitales bajan sus costos, socializan espacios culturales de formas antes inimaginables. Arguyen que la misión del estado es proteger "monetariamente" a los "hacedores" de cultura, gravando un canon (impuesto) en casi todos los productos que vayan a permitir en algún momento, el que una obra creativa - una canción, una película, una fotografía, un texto y demás - sea "consumida" por un ciudadano, sin representarle un ingreso monetario al artista.

Si es que logré resumir el problema en un párrafo habrá sido una casualidad, pero mejor platicamos del famoso canon en otro momento. Lo que importa es que el artículo que hoy escribe para el diario Libertad Digital, me ha divertido muchísimo, al grado de hacerme notar que la zona de comfort de Enrique para ser irreverente y poco sutil con el término artista, es grande.

Percibo que sus textos tienden a hablar de modelos de negocio para los que él podría llamar "ciudadanos comunes"; democratiza sí el proceso de creación, pero desacraliza la figura del artista que, aunque tenga quizás como destino la desaparición, es parte del cotidiano de quienes están buscando todavía vivir (o al menos pagar la luz o la renta) con su creación.

No me ha ofendido su texto, me ha divertido mucho como ya he dicho, pero siento a Enrique, apartado de ese universo cotidiano de los artistas. Del artista que trabaja durísimo durante años para formarse en su disciplina, con el sueño de ejercer más tarde su arte; ese personaje también es parte, o podría serlo al menos, de las nuevas relaciones entre sociedad e información. Para mi, una postura que no problematiza la posibilidad o imposibilidad del artista "profesionalizado" a convertirse en usuario / beneficiario de las nuevas economías digitales, tiene un sesgo.

Ejemplo: se puede argumentar que el artista ahora está mejor que hace unos años, gracias a su independencia de las disqueras, pero tratar al artista como un tipo social, es un posible problema metodológico, sobre todo cuando la propia relación sociedad-información ha pulverizado la definición del personaje; artistas los hay por millones, y sus necesidades son tan específicas e innumerables frente a las TICs como las de todos.

Sospecho mucha distancia entre Enrique y los artistas - su Twitter también con alguno indicios de esto - pero jamás dejaré de leerlo, y mucho menos de mostrar sus artículos en los talleres de cultura digital para artistas.

Me queda claro que es oportuno seguir haciendo crítica inteligente sobre el corporativismo imponiendo "consumos culturales", pero el problema de los artistas es, pienso, mucho más complejo, y Enrique está quizás demasiado ocupado en lo primero. Eso hace la búsqueda de Dans divergente de la futura pesquisa del sonoblog, que aunque goza mucho de la primera, buscaría ocuparse más de la segunda en la vida real.

(Al reunir 3 razones, Dans saldrá definitivamente de la lista de gurús. Sigan este monólogo absurdo sólo aquí, en el sonoblog.)

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