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Apple: el final de la tecnología. El deseo.

(CC) Apple Sleep (cortesía Moulin-Rouge Magazine)

El día de hoy, Apple organizó otra más de sus eyaculaciones onanistas a través de las cuales, tradicionalmente, anuncia la venta de nuevos modelos de sus dispositivos, revela estadísticas siempre alagüeñas de sus ventas y dominación simbólica, y baña en el semen de su mediatización a billones de usuarios, apple-zombies, bloggers y medios de la fuente tecnológica.

Antes de hacer uno de mis berrinches habituales, me desmoralicé pensando que en 2011 una vez más, triunfó el objeto del deseo en el que el consumo sustituyó al desarrollo tecnológico; hoy es más importante la tecnología que deseamos y no aquella que necesitamos; porque jamás reflexionamos sobre esa necesidad. No tendría por qué extrañarme si el resto del mundo funciona así.

La sociedad pasiva abandonó voluntariamente el desarrollo de sus herramientas, para dar un voto ciego de confianza a un corporativo, porque este último “debe” saber lo que esa sociedad necesita. iPhone a iPhone, iPod a iPod, o aplicación comprada por aplicación comprada, una sociedad naturalmente curiosa y coincidentemente irreflexiva, demuestra su confianza pagando por los nuevos dispositivos cuya obsolescencia está agendada no por el final de su vida util, sino por su falta de referentes culturales; ¿resulta aberrante ser la única o el único que tiene “este viejo modelo”?

Lo más aterrador de esto, es que las mejoras físicas o estructurales de la electrónica dentro de los aparatos, son triviales; casi toda la sustancia subyace en dos cosas: en el software que hace que esos aparatos funcionen, y en los servicios corporativos que hoy están disponibles a través de los potentes servicios WEB en servidores contratados por Apple .

El software no puede ser mejorado por el usuario porque incurre en un delito, los servidores los renta el usuario y jamás serán suyos; todo en aras de satisfacer un instante de comodidad en sus vidas. Y entonces… ¿el usuario qué posee de esa tecnología? ¿Por qué pagó? La respuesta es horriblemente sencilla y predecible como lo ha sido desde hace millones de años: el deseo. Al final, el usuario sólo se quedó una vez más, sólo con el deseo.

Foto: (CC) __DODO . Apple Sleep (cortesía Moulin-Rouge Magazine)

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