In memoriam... Mistlav (con música).
Hace unos meses celebramos con él su cumpleaños. Esta vez, con nostalgia lo despedimos.
Мстисла́в Леопо́льдович Ростропо́вич nació en Baku, Azerbaijan. Estudio en los años cuarenta en el Conservatorio de Moscú donde comenzó a dar clases en la década siguiente. Su talento como cellista se dejó ver desde 1945, cuando ganó el concurso soviético para jóvenes cellistas.
Aunque vivió la mayor parte de su vida en Paris, Slava fue un intérprete egregio de muchos repertorios, pero en mi opinión, uno de los más grandes de los compositores rusos. Dimitri Shostakovich y Sergei Prokofiev fueron algunos de sus maestros, y, tal como pasó con los alumnos geniales que aprendieron de aquella generación de compositores entre los que se cuentan a Sofia Gubaidulina y Alfred Schnittke en la composición, su sensibilidad y comprensión de muchos aspectos de la realidad soviética reflejada en sus autores, permearon sin duda su capacidad interpretativa. Mistlav, además, cultivó también una prolija carrera en la dirección orquestal...
Sobre su rol como director vale la pena revisar el documental de Bob Eisenhardt, Susan Frömke y Albert Maysles, Soldiers of Music: Rostropovich Returns to Russia (E.U., 1991), pieza en la que además se puede notar la relación de Slava con su propio exilio en Francia y su reencuentro con la Rusia de la transición en los años noventas; escenas desgarradoras de su batuta golpeando el aire a través de la quinta sinfonía de Shostakovich, con el coraje de mil rusos abatiendo décadas de opresión stalinista, no hacen más que retar al escucha y sobre todo al músico acostumbrado a entender la música rusa desde la butaca americana.
Para muchos, su cantabile como cellista era prácticamente inexistente. Para otros era cuestión de temperamento interpretativo. Pero nadie podrá negar que la energía y expresividad del viejo Slava, no deja espacio suficiente para los cuestionamientos; acaso para el análisis y sobre todo para el disfrute.
Aunque Prokofiev no es consentido del sonoblog, seguro a Slava le hubiese gustado despedirse con una sonrisa. A continuación el tercer movimiento de la Sonata para cello, por tiempo limitado. Quiero recalcar que, revisando la partitura de esta obra, ni la parte para piano aquí interpretada por Sviatoslav Richter, a quien algún día le dedicaremos varias líneas, ni la del cello son tan explícitas para su interpretación como lo hacen ver aquí ambos músicos. ¡Arriba Mistlav! Y gracias infinitas.
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