Compositora, didacta y articulista consagrada por sus andanzas en la música del siglo XX, Newlin falleció a los 82 años el pasado 22 de julio en el asilo de Richmond. Esta vez, sin bombos y platillos, la noticia fue dada a conocer por Sabine Feisst, una profesora de musicología de la Universidad Estatal de Arizona.

Este es un dato interesante... pero lo fascinantemente "aterrador" no es eso, sino el desorbitado personaje brechtiano en que Dika se convirtió...

Una de las temibles gracias de la octagenaria fue que, además de ser una niña prodigio que ya componía obras sinfónicas a los 11 años, y a los 14 estaba en UCLA como protegida y alumna consentida de Arnold Schönberg, no sólo compuso obras orquestales y para instrumentos acústicos de concierto. Según la compositora Jane Ellen, Newlin dejó también sus notas en el "punk rock", cuando escribió la canción "Murder City" para el documental del canadiense Michael D. Moore (que no debe confundirse con el escandaloso Michael Moore de "Bowling for Columbine": "Dika: Murder City".

Utilizando temibles timbres de sintetizador de $90 Dlls, Dika explotó en medio de alguna lúdica necesidad de expresión. Profesora en distintas universidades estadounidenses, terminó predicando su verdadera doctrina musical al componer en medio de acordes disminuidos y modulaciones tonales dignos de una comedia musical desequilibrada, el lugar último de su expresión sonora.

Mientras Thèodor Adorno trató de deshilvanar la complejidad del lenguaje musical y su recepción antes de las épocas ultra cognitivistas, Newlin compone primero con el serialismo Schönbergiano y termina escapando a toda costa a la demencia sonora, como si tratara de describir el fin último e inevitable de una de tantas técnicas compositivas.

En el sitio de Moore se pueden encontrar imágenes, e incluso se pueden adquirir los DVD's de la controversial autora...

Dejamos a los lectores del sonoblog, con un fragmento de música extraído de ese sitio, titulado "Murder Kitty" (RealAudio 2.0).

Descansa en paz Dika... cargaste mucho tiempo con grandes nombres, responsabilidades, y los restos de un lenguaje compositivo que en tu desparpajo y posmodernidad vio el reflejo de su tumba americana. Bravo Dika.