¡Bendiciones para 2011! In memoriam
in memoriam, José María Serralde Reyes (1913 – 2010)
in memoriam, Néstor Castañeda León (192? – 2010)
Que este año venidero se colme de luz y bendiciones. Que el miedo se desvanezca. Que todos nuestros senderos por andar se llenen de buenaventura. Gracias queridos lectores pacientes, que han mantenido su confianza en el sonoblog y sus esporádicos y silenciosos envíos.
En 2010 me enfrenté al capricho de la luz eterna como nunca antes; dedico este envío a la memoria de mi guía, mentor, educador, consejero, maestro y abuelo, José María. Responsable exclusivo de mi relación con el pasto, con el lodo, con las lombrices del parque, con las leyes del equilibrio sobre y fuera de la bicicleta. Inventor del método de mantenerme escuchando música, disco tras disco, pieza tras pieza, canción tras canción frente a una vieja e inmensa consola Silvertone. Mi enseñador de las letras, de la habilidad de leer, del hábito de leer, del quehacer del lector. Arrimador de lápices. Maestro mío para tomarlos y escribir. Colocador de mis dedos en la máquina de escribir. Instigador del amor a la montaña, al rayo, a caminar, al cuerpo, al mar, a la novia. Guionista de mis epifanías del amor compasivo. Guía, gurú, óraculo. Abi, luz eterna, te alejaste en marzo.
Y después, en septiembre se fue Néstor. Mi maestro de piano. A quien debo todo lo que soy como músico, mi búsqueda del artista; maestro de vida. Quien me enseñó a buscar el control de la violencia del temperamento para cuidar la sutileza del trazo; que la respiración es el corazón y el centro, que la frase musical es gobierno, que la retórica en la música es intrascendente ante la poesía, que el “touche” es indispensable; que la idea musical nace en mi mente, que el talento no es más que el trabajo, que nada se resiste al estudio, que la música está integrada por cosas invisibles y que nada de lo esencial está en la partitura. Que la interpretación es un fenómeno y que la música tiene cosas intrínsecas que se incendian, y que el intérprete no es más que un provocador magistral de incendios controlados.
Edward Elgar, compositor inglés escribió un conjunto de variaciones para orquesta en 1889: Las variaciones Enigma. La número 9, “Nimrod” está dedicada a uno de sus editores y amigo, Augustus J. Jaeger. Según relató el propio Elgar a Richard Powell en 1947, cuando el compositor pasaba por un momento de depresión y desasón en su quehacer artístico, Jaeger fue capaz de motivarlo a seguir. Cada memoria de mis maestros, es un viaje inimaginable; es un susurro para seguir; es un Nimrod.
Curiosamente, esta variación es también el origen del Lux aeterna que se canta para despedir con añoranza y gloria la partida a la luz, la eterna. Lux aeterna, la variación IX con Sir Collin Davis y la Sinfónica de Londres, para acompañar este post, dar cierre a este año y mirar al horizonte despidiendo a mis maestros. ¡¡¡¡¡¡¡GRAACIAS!!!!!!!!
Gracias por leer, gracias por permitirme compartir este texto, tan personal, en el sonoblog.
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