23 de abril - la inminente, nostálgica y necesaria trivialización del libro.
Días difíciles de bloguear... pero una feliz alusión a que hace más de 24 horas, festejamos el aniversario luctuoso de Cervantes, de Garcilazo de la Vega y curiosamente en el calendario juliano el de Shakespeare, en lo que la UNESCO ha tenido a bien promover como el Día Internacional del Libro.
Explicado por otros con mucha mayor precisión, el día del libro es una buena oportunidad para regalar exquisitos ejemplares y para reflexionar sobre la inminente, nostálgica pero NECESARIA trivialización del libro como objeto cultural, y la visceralidad con la que otros deberán defenderlo durante todavía muchas décadas.
Lo de "inminente" salta a la vista y al entendimiento de cualquiera que repasa indicadores de lectura en cualquier país, y la desorbitada distribución de otras forma de transmisión de la palabra escrita; también, claro está, de la modificación en los hábitos de enseñanza-aprendizaje, y en las estrategias que las nuevas generaciones construirán para sí en la adquisición eficiente y veloz (velocísima) de conocimientos.
Lo de "nostálgica" radica siempre en la manera en que los editores y sus apasionadas empresas, deben subsistir como una hazaña constante que recuerde la valentía y desacato de su personaje fundacional Don Quijote, en un universo en el que una editorial socialmente responable tiene que pagar con mucha sangre y tinta, el hecho de poder ser al menos autosustentable (y/o antes de terminar vendiéndose con suficiente estupidez a un corporativo transnacional.)
Lo "necesaria" de su trivialización, es que la defensa de la industria editorial se ha convertido últimamente, en un bastión para la malinterpretación de los derechos autorales y la propiedad intelectual. Discusiones tan álgidas como la oposición al plan de digitalización y búsqueda de Google, que pretende permitir la búsqueda de texto en millones de libros, demuestran la posibilidad de un chauvinismo bibliocrático. Este chauvinismo, tan nocivo como el sexista, puede llevar a algunos a creer que el escritor / autor ES sus libroS por el hecho simple de ser el autor de lo que en ellos está escrito (ver el caso surreal de ciertos bufones / ladrones -je, je, ¿Google Bombing?- para quienes resulta necesario aplicar cánones monetarios "pro-autor" hasta en los préstamos bibliotecarios.)
Lo cierto es que muchos, seguiremos defendiendo y promoviendo el libro sobre muchas, muchísimas cosas, pero jamás sobre la necesidad humana de la compartición y transmisión de conocimiento y el placer y el derecho a la lectura que A VECES unos se niegan. En medio de una reflexión sanjordiana, mejor celebrar el arte de leer, y sólo de forma secundaria, la existencia de un OBJETO PRECIOSO, que mucho hemos valorado en la historia de nuestra inteligencia.
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